Declaración Pública. El mejor pacto es el que se cumple.

VicePresidente Pelegrín Castillo Seman.

La Fuerza Nacional Progresista mediante la presente Declaración Publica, hace un llamado al Presidente Luis Abinader, en su condición de Jefe de Estado y de gobierno, a los demás responsables de los poderes públicos de la República, así como a todo el liderato nacional, a poner en ejecución sin dilaciones ni vacilaciones, el Pacto Nacional para Políticas Públicas de Estado en relación a las crisis de Haití y sus gravísimas repercusiones sobre la nación y pueblo dominicanos. 

Dicho Pacto fue suscrito el 27 de Octubre del 2023, después de que fuera convocado en la sesión conjunta de las Camaras Legislativas, por el propio presidente de la República, el 27 de Febrero del 2023. Sin embargo, en el presente,  el gobierno dominicano se está limitando a reaccionar con un programa de repatriación que acusa debilidades inquietantes, o con anuncios de medidas en materia de servicios públicos que están lejos de ser la respuesta integral, eficiente, creíble, ante lo que constituye un crimen internacional de alta inteligencia, como lo es el traslado forzoso, organizado, masivo, bien financiado, de población haitiana hacia el territorio dominicano, con ocupación territorial y sin plan de retorno. 

Existen en la actualidad las mejores condiciones exteriores e internas para poner en ejecución ese Pacto de Nación, y debe quedar en claro que no proceder en ese sentido constituiría una muestra penosa de debilidad, de consecuencias terribles, inimaginables, para el destino del pueblo dominicano. El pueblo dominicano cerraría filas en apoyo a ese Pacto de Nación, si el gobierno y el liderazgo nacional, se muestran “ justos y enérgicos” en su ejecución. 

Ese importante acuerdo nacional, que fue precedido de los responsables reclamos contenidos en el Manifiesto del 6 de Agosto del 2022 del Instituto Duartiano y la Marcha Patriótica RD, y que debería estar abierto a la adhesión de todos los sectores de la nación que no lo suscribieron en ese momento, contiene en gran medida los lineamientos de políticas públicas para que la nación dominicana y su pueblo, puedan enfrentar y superar en forma institucional y con la mayor unidad nacional de base patriótica posible-como lo deben hacer las naciones que se precien de serlo-, la crisis más compleja y peligrosa de toda su existencia, con potencial de precipitar un conflicto de envergadura, arrasador, desquiciante, en la Isla de Santo Domingo, seguido de intervenciones y ocupación extranjeras. Esto-es necesario enfatizarlo-, es algo que perturbaría gravemente la paz en la región y el Continente. 

Resulta obvio, además, que esa crisis general de Haití, a la vez nación emblemática y estado fallido, se ha complicado, prolongado y profundizado, no solo por la forma retorcida y perversa con que viene siendo gestionada por los actores mayores de la comunidad internacional- algo que fue denunciado por el Secretario de Estado Rubio cuando era Senador de la Florida y Presidente del Comité de Inteligencia del Senado de EEUU-, sino porque se entrelaza estrechamente también con las escenarios de conflicto en curso en la región, el continente y el mundo. 

Nuestra organización, en ese sentido, está de acuerdo en que debemos contribuir con nuestros mejores esfuerzos, tanto a la lucha contra la criminalidad organizada transnacional-que puede válidamente asimilarse a la acción de grupos terroristas-, como a derrotar los regímenes totalitarios o autocráticos en nuestro región gran Caribe, pero sin olvidar nunca, ni dejar de priorizar la respuesta eficaz a nuestro mayor desafío existencial, que es la crisis del Estado Fallido de Haití. Nadie dude que los riesgos de vernos arrastrados a los conflictos mayores de la región, son cada vez más altos, y nadie en el mundo va a defender nuestros derechos inalienables como nación, si los dominicanos y las autoridades civiles y militares que nos representan, no demuestran que están dispuestos a hacerlo en forma responsable, vertical, en todos los escenarios y sin importar consecuencias. 

En ese contexto, advertimos que existen sectores de poder e influencia, en especial, en el ámbito de las negocios y empresas, así como en el plano gubernamental, que todavía persisten en el interés de  mantener el cuestionable por insensato y antihistórico esquema de relaciones insulares, de que podemos ser el estado pivote o tampon de la crisis haitianas, su zona de amortiguamiento, y obtener para sus elites disfuncionales y desarraigadas ventajas por su administración. Esos sectores atrasados, o peor aún, demasiado comprometidos con las viejas agendas “de la solución dominicana a los problemas haitianos”, resisten los cambios profundos que es menester introducir por ejemplo en los campos de la agropecuaria, la construcción y los servicios, así como las exigencias del cumplimiento de la Constitución y la Ley de Migración en relación a las normas de nacionalización del trabajo. Nos causa mucha preocupación la gran cantidad de casos de detenciónes por tráfico de personas y viajes ilegales, que son remitidos por el Ejército Nacional de la República Dominicana y la Dirección General de Migración al Ministerio Publico y a la Tribunales de la República, sin que se perciban acciones condignas de persecución y sanción ejemplarizantes de parte de esas instancias jurisdiccionales. 

Es hora de cambiar ese esquema fallido y contraproducente, que ha prevalecido por largo tiempo,  y que ha probado que no funciona ni para Haití como nación ni para la República Dominicana y los millones dominicanos más humildes. La solución a los problemas de Haití debe encontrarse en Haití, o de lo contrario terminaremos más temprano que tarde en una escenario insular de dos estados fallidos, con sus pueblos confrontados ferozmente. 

Finalmente, queremos compartir a propósito de todo lo antes señalado, un pensamiento inspirador del General Charles De Gaulle, que confiamos sirva al liderazgo nacional para guiar sus decisiones en el momento más crítico y ominoso de la historia dominicana: “La legitimidad de un poder gobernante deriva de su convicción, y de la convicción que inspire, de que encarna la unidad nacional y la continuidad cuando el país está en peligro”. 

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