¿Cómo reconstruir Haití en Haití y evitar una guerra en la Isla de Santo Domingo?

Pelegrín Castillo Seman.

Charla auspiciada por la FNP y ProNacion… con el titulo 1×7 Plus

Agradezco la valiosa presencia de todos Uds, en este evento importante, que realizamos desde la FNP en coordinación con el Centro de Pensamiento y Acción del Proyecto Nacional ( ProNacion), con el objetivo de abordar desde una perspectiva diferente, inédita, propositiva, el mayor desafío que enfrenta tanto la Nación Dominicana como la Región Gran Caribe, todo el Continente de Las Américas, y en cierta forma, aunque pueda parecer una exageración, también la Comunidad Internacional. 

El tema que he escogido tiene un título que intriga: 1×7 Plus, y un subtítulo que tiene la fuerza y contundencia de un axioma a la vez interrogante y admonitorio: ¿cómo reconstruir Haití en Haití y evitar una guerra en la Isla de Santo Domingo? Este asunto tiene especial relevancia aquí y ahora , porque en los últimos años ha quedado mas que evidenciado que el esquema de relaciones insulares que le han impuesto a las dos naciones emblemáticas, que coexisten en la isla de Santo Domingo, está deshecho, es insostenible, resulta contraproducente, pues ni ayuda a Haití a salir de su estado del descalabro y postración en que está hundido, y en cambio, está desestabilizando crecientemente a República Dominicana. Todos los índicadores senalan también que ha llegado la hora de cambiar profundamente, porque solo así impediremos el surgimiento de un conflicto como no se ha visto en las Américas, precisamente en una  Isla cargada de significación histórica y cultural, que a la vez posee una singularidad especial: las dos naciones emblemáticas que tienen una difícil convivencia en el centro de las Américas, han sido el espacio donde han nacido o han sido puestos a prueba grandes principios universales: desde el origen del moderno derecho de gentes, con el célebre Sermón de Montesinos, hasta la consistencia en la aplicación de los principios de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución Francesa. 

Avanzó que para llegar a comprender el planteamiento que vamos a formular hoy es menester hacer un apretado recuento histórico de lo acontecido en las ultimas décadas, en torno a las relaciones dominico haitianas, y muy particularmente, del fracasado abordaje de la crisis terminal de Haití. 

Haití, sin dudas, es una nación emblemática, la primera nación negra que adquiere su independencia en el mundo al través de una revolución sin precedentes, con una historia de mitos y hazañas fundacionales que encandilan  a muchos en el mundo, más en estos tiempos de política identitaria; y que sin embargo, por un proceso muy complejo, dramático, adverso, si se quiere, fatal, marcado tanto por el aislamiento como por la autoexclusión, por luchas internas agónicas y brutales, que duran más de dos siglos, ha terminado de caer en la penosa condición de Estado Fallido, colapsado, en desintegración; pero lo que es peor, en la condición de nación descartada, desahuciada, considerada un caso perdido. Desde que se creó el índice de estados fallidos del mundo, por parte de la revista Foreing Policy, Haití figura consistentemente entre los 10 primeros lugares. Pero los dominicanos nunca debemos olvidar que en 1949, en el primer informe de Naciones Unidas sobre ese país vecino, titulado Mission To Haití, su conclusión V recomendada a los gobiernos haitianos “fomentar el éxodo de su población hacia otros países de la región menos poblados, en la forma de familias enteras y de modo permanente, no estacional”. Y los motivos entonces eran el colapso medioambiental que describe Jared Daimond en su clásica obra Colapso y el oceanografo Cousteau en las Aguas del Infortunio. Desde esa época hasta el presente, la situación no ha hecho más que empeorar… y desbordar fronteras. 

Se de sobra que este es el peor momento para plantear fórmulas de rescate, estabilización y reconstrucción de Haití en Haití: el mundo desciende a los infiernos de una guerra mundial híbrida, con varios frentes de intensas luchas bélicas; es evidente que el proceso de desglobalización entró en el periodo de derrumbe que describe Peter Zeihan su formidable obra El Fin del Mundo es solo el Comienzo; que también existe un fenómeno de disrupción distopica y polarización política e ideológica en todo el continente; que la utopía que impulsó el imperialismo globalista, de un mundo unificado basado en reglas y valores liberales, el multilateralismo y multiculturalismo, esta quedando atras; y como si fuera poco, que nos abocamos a una transición energética para atender las urgencias del cambio climático, que según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas, azotara con gran fuerza en la naciones insulares de la Región Gran Caribe. 

Con esto quiero significar que reconozco que existen muchos conflictos y situaciones extremas en el mundo, y que es legítimo que muchos se pregunten : ¿por qué se van a ocupar ahora de Haití, los naciones que más pueden y deben hacerlo, sino lo han hecho nunca? Por tanto, se de sobra que corro el riesgo de que me etiqueten de naif, ingenuo, pentonto… ¿como van a hacer en lo adelante lo que no han pensado hacer nunca, que es lo único razonable, prudente, justo, moral, verdadero…? 

El Presidente Luis Abinader cambió sustancialmente el discurso de política exterior de la República Dominicana con relación a la crisis haitiana. Propiamente, formuló unos postulados, que en justicia lo habían planteado sus predecesores ocasionalmente , pero esta vez en forma coherente, integrada, reiterada, sistemática, sencillamente porque los acontecimientos y los procesos lo estaban reclamando a gritos. Estos postulados son: 1) No hay ni habrá jamás solución dominicana a los problemas de Haití; 2) Haití no plantea unos problemas de migración y DDHH, entre países de desarrollo desigual, sino un reto internacional mayor; 3) la solución a los problemas de Haití, debe descansar en un esfuerzo de corresponsabilidad de todas las naciones, en especial, del continente, para rescatar, estabilizar y reconstruir Haití en Haití; 4) RD debe seguir colaborando con todo esfuerzo que lleve realmente la paz, la estabilidad, la democracia, la seguridad, y eventualmente, la prosperidad a Haití, tanto por los propios intereses nacionales dominicanos como por un deber elemental de solidaridad y vecindad ; 5) RD debe reivindicar en todo momento su condición de ser la nación que más a colaborado con Haití y la Comunidad internacional en la gestión de las crisis haitianas, dejando sentado siempre que esa actitud colaborativa tiene sus límites; 6)República Dominicana, que históricamente ha estado abierta a las migraciones de muchas partes del mundo, solo esta en condiciones de acoger un porcentaje de haitianos que pueda manejar sin afectar los intereses nacionales y perjudicar la población dominicana más vulnerable,y 7) que no  es aceptable bajo ningún concepto que se constituya una minoría nacional, que rompa la cohesión social y territorial, y que genere un escenario de balcanización. 

Estamos hablando de una cifra que no debe superar, los 350 mil a 400 mil. Actualmente, de acuerdo al Ministerio de Interior y Policía tenemos 476 asentamientos en desarrollo, que solo ejercen más atracción de población haitiana hacia nuestra nación. Aunque hay una tendencia de autoridades nacionales e internacionales a minimizar la magnitud de esa presencia, es claro que la misma está sobrepasando la capacidad de gestión de RD: el hecho de que el 37 % de los nacimientos en la red pública de maternidades correspondan a población haitiana, dice mucho sobre la situación presente y su evolución futura. 

Sin embargo, la política exterior de los Estados es implacable, y solo resulta creíble y eficaz si las políticas internas la respaldan de manera consistente, coherente, consecuente; y si dejamos de seguir una política reactiva, defensiva, como sí fueramos los culpables de esos fracasos, y pasamos a la ofensiva con un plan realista y viable de estabilización de la Isla, aunque sea arduo, complejo y costoso. 

Consciente de eso, el presidente Abinader convocó a un Pacto de Nación para Políticas Públicas de Estado, que lamentablemente aunque se suscribió en Octubre del 2023, después de meses de discusión en 4 mesas de trabajo, todavía no ha entrado en ejecución. También, había iniciado para sorpresa y satisfacción de muchos dominicanos, la construcción de una verja fronteriza, que solo sería efectiva si se le incorporan las modernas tecnologías de vigilancia, pero por igual es notorio también que las poderosas fuerzas locales y regionales de resistencia al cambio en materia de seguridad fronteriza, se han empleado a fondo para detenerlo y hacerlo fracasar. 

Quisiera dejar bien sentado que podemos repatriar todos los haitianos en situación migratoria irregular,  y si no se hacen cambios estructurales para limitar los factores de atracción que interactúan con los factores de expulsión, ejerciendo un poderoso efecto llamada, todos los problemas de la convivencia insular se agravarán exponencialmente y nos conducirán al mismo escenario o peor,  de violencia y caos por el que atraviesa Haití. Y no hay que hacer mucho esfuerzo para demostrar que un conflicto entre poblaciones haitianas y dominicanas, sería una catástrofe descomunal, con una posibilidad muy alta de proyección y encadenamiento a toda la región y las Américas. 

En realidad, la clara política revisionista del Presidente Abinader, trata de planteamientos de internacionalización de la solución a los problemas de Haití-antes de que se internacionalicen los conflictos-que venían formulándose desde muchos años atrás, propiamente desde mediados de los 90…  Se esbozaban en las diversas declaraciones de Unión Nacionalista; en la histórica carta enviada al Consejo de Seguridad por el liderato empresarial, religioso, académico e intelectual en el momento más álgido de la crisis haitiana de 1991/1994, cuando el gobierno del presidente Clinton presionaba y amenazaba, para que se abrirán las fronteras y se levantarán campamentos de refugiados en territorio nacional; en la Resoluciónes de la Cámara de Diputados, aprobadas por amplia mayoría de todas las fuerzas y liderazgos políticos en 1997 y 1999, abogando por la creación de un Fondo Internacional Regional de ayuda a Haití, entre la Asociación de Estados del Caribe y el Club de Paris, para la reconstrucción de las bases nacionales de Haití, así como otras resoluciones similares del Senado de la República. También lo impulsó el movimiento Haití es Responsabilidad de la Comunidad internacional, con el apoyo de todo el liderazgo político mayor de entonces – Joaquín Balaguer, Leonel Fernández, Hipólito Mejía- ante la Cumbre de los Países ACP que se efectuó en Santo Domingo en el año 2000. Yo mismo tuve el honor de hablar, ante el Papa San Juan Pablo, en la Sala Paulo VI de Ciudad del Vaticano, de intervenir para abogar por la solución internacional de los problemas de Haití en Haití, por delegación de la comisión dominicana ante el Jubileo de Políticos y Legisladores del Mundo del año 2000. 

Sin embargo, pese a la fuerza de esa corriente abogando por la internacionalización de la solución a los problemas de Haití en Haití, que surgía de amplios sectores de nuestra nación- que entendían que Haití y sus crisis planteaban un problema internacional con serias implicaciones de seguridad nacional y exterior-, se movieron fuerzas muy poderosas desde el exterior y sus aliados locales, para abrirle paso e imponer la tendencia contraria, de sesgo minimalista, que parecía inspirada remotamente en el mandato de Jefferson en 1801, “aíslar la peste de la rebelión a la isla de Santo Domingo”: Es decir, en otras palabras, imponer la solución a los problemas de Haití a la República Dominicana, la solución acotada al ámbito insular. Esto incluía el esquema racista y malicioso de un intercambio de poblaciones-haitianos aquí y dominicanos fuera-, como se consignó en el Informe de la Comisión de Asuntos Económicos y Sociales del Parlamento Europeo, sobre la situación de la isla y sus dos naciones, en el año 2000. Este último aspecto explica en buena medida porque los dominicanos son los más favorecidos, después de los mexicanos, con los programas de visas de residencia de los EEUU. 

Los recursos blandos y duros de poder empleados para “insularizar la solución” fueron diversos: desde la intrumentalizacion aviesa de los acuerdos comerciales como la ICC, Lome IV y Cotonu, y el DR/CAFTA con Ley Hope-Help, hasta la captura de diversas instituciones y programas públicos y sociales con “generosas” donaciones, créditos o abiertas presiones y chantajes; desde los intentos de despojar a RD de sus derechos a ejercer controles migratorios, fronterizos y de nacionalidad por parte de varias instancias jurisdiccionales como el CIDH,  hasta la oferta del regalo envenenado de la creación “del tercer espacio fronterizo” bajo dominio empresarial y de organismos internacionales, variante caribeña del Plan Laredo. 

El esquema del estado pivote o tapón- que es el rol que se le ha asignado a RD- se ha aplicado con mayor o menor éxito en varios escenarios del mundo: Jordania, con la Crisis de la Partición de Palestina;  Turquía, para el manejo de la crisis de refugiados de las guerras de Irak y Siria. Pakistán gestionó la crisis de refugiados que se creó tras la invasión soviética a Afganistán. Kenia es el pivote de las crisis sangrientas de la región de los Grandes Lagos, Somalia y Sudan. La Libia de Kadaffy desempeño por años el rol de contención y control de las migraciones desde el Shael hacia Europa. Últimamente, la Presidenta Meloni anunció que va a manejar la crisis de refugiados en sus fronteras con un acuerdo con Albania, que es de mayoría musulmana. Todos esos naciones tienen muchos fundamentos e historia, para desempeñar ese rol con menos riesgos para su integridad territorial y demográfica que la República Dominicana, que se independiza de Haití y tiene una historia de conflictos multisecular. 

Sin embargo, en República Dominicana se consolida la percepción de que ciertos centros de poder, imbuidos de una ideología racialista radical, están conjurados en un plan más audaz, agresivo- propiamente un crimen internacional, una operación especial de alta inteligencia-, y como muestra de ello debemos citar las palabras de advertencia recientes del importante Senador republicano de la Florida Marcos Rubio: “ La administración de Biden, influenciada por grupos radicales de izquierda, como Amnistía Internacional, están instando a que acepte a tres millones de haitianos en cualquier momento”. 

La oportunidad perdida. Tragedia tras tragedia. 

En este punto quisiera compartir con Uds un episodio que ilustra mucho sobre este asunto tan arduo que nos ocupa. Cuando se produjo el terremoto del 10 de Enero del 2010, las primeras ayudas que llegaron fueron las de República Dominicana, cuyo pueblo se conmovió profundamente con la tragedia, y se volcó en acciones espontáneas de solidaridad desde el corazón, pero las tropas que llegaron a los pocos días eran las norteamericanas, pues estaban movilizadas días antes del siniestro para unos ejercicios militares. Algunos gobiernos de la región no querían que los militares estadounidenses permanecieran mucho tiempo en Haití, y se puso en marcha un ejercicio de guerra de información, difundiendo la versión maliciosa de que el terremoto fue provocado con técnicas de geoingenieria, como el sistema de alta frecuencia HAARP, con aplicaciones militares. 

Unas semanas después tuve el honor de participar en una reunión de generales de fuerzas especiales del continente que se efectuaba aquí con motivos de unas competencias militares. Era el único civil invitado por las Fuerzas Armadas Dominicanas, en mi condición de diputado miembro de la Comisión Permanente de Seguridad y Defensa, con Interés en la agenda que se abordaría, especialmente, por parte del Jefe del Comando Sur, el General Fraser, que esperábamos todos que se enfocara en la crisis de Haití… Cuando este concluyo su interesante disertación, poniendo énfasis en las actividades del narcotráfico en la región, tome la palabra para decirle que “el pueblo dominicano se sintió aliviado cuando las tropas norteamericanas llegaron primero Haití a imponer orden en la peligrosa situación social y humanitaria que había provocado el desastre telúrico, pero que ahora estábamos preocupados porque eran los primeros que se retiraban, sin que la situación mejorará” Le recalque que Haití y sus bases nacionales estaban destruidas mucho antes del terremoto, y que este solo había evidenciado ante el mundo la situación de calamidad humanitaria que ya existía; que cuando las focos de la prensa internacional se alejaran de Haití, ese enorme problema nos quedaría a los dominicanos, lo cual era injusto y peligroso para la región y el continente”. 

Entonces, me anime a plantearle al general la necesidad de que todo el continente se uniera con urgencia, dejando de lado las diferencias políticas e ideologícas para acometer la ejecución de un mini Plan Marshall de reconstrucción de Haití, que hace tiempo había perdido la guerra contra la pobreza y que como estado colapsado planteaba un problema de seguridad para todo la Región Gran Caribe” El General Frasser me interrumpió, y me dijo sonriendo, con contundencia : “recuerde congresista que los militares estamos preparados para destruir no para construir”. En el receso, seguí intercambiando impresiones con el, y le recordé la experiencia de Afganistán, que fue abandonado en manos de los talibanes, cuando las fuerzas rusas se retiraban derrotadas. En ese evento, luego varios generales de Argentina y Chile, me abordaron para decime que no compartían la posición del Jefe del Comando Sur, que entendían que era la coyuntura apropiada para resolver un problema histórico del continente. Ya había hecho ese mismo planteamiento a altos jefes militares, políticos y diplomáticos de gran influencia de EEUU, Israel, Canadá, Francia, Brasil, Colombia y Venezuela, y coincidieron que aunque era difícil, por la historia complicada, cargada de horrores y errores de Haití y los haitianos, era una coyuntura extrema que hacía necesario hacer algo que se saliera de las fórmulas convencionales y previera problemas mayores. Aquí recuerdo lo que me advirtió un alto funcionario del Departamento de Estado, en 1997, después de admitirme que teníamos razón, pero que debíamos saber que EEUU como tenían presencia e intereses en tantos escenarios conflictivos de todo el mundo, no hacía “diplomacia preventiva”, sino “diplomacia de bomberos”. Le dije: “entonces tenemos que esperar que surja una guerra insular, para que Uds se ocupen de un problema en su tercera frontera geopolítica”. 

La conferencia internacional de Punta Cana. 

El 2 de Junio del 2010, por iniciativa del presidente Leonel Fernández se convocó una conferencia internacional para abordar la situación de Haití, más enfocada en la reconstrucción de las áreas desvastadas por el seísmo de enero, que en un plan estratégico de reconstrucción nacional, que podía ser un objetivo ulterior… después de superada la emergencia humanitaria. 

Todo era muy auspicioso: 54 delegaciones de todas partes del mundo, la anuencia de los organismos internacionales y la participación de las autoridades haitianas. La conferencia comisionó a dos ex presidentes norteamericanos, Bill Clinton y George Bush  como los responsables de dirigir el proceso de reconstrucción de Haití. El segundo se desmarcó temprano de ese mandato, luego de una visita a Haití, pero el primero lo asumió como una gran misión junto al Secretario General adjunto de la ONU, Edmont Mulet. Los recursos comprometidos sumaban más de 12 mil millones de dólares. Ya previamente en julio del 2006 se había producido una Conferencia Internacional para el Desarrollo Económico y Social de Haití, convocada por el Presidente Preval y que contó con la participación de 30 paises donantes, que aportaron 750 millones de dólares, para apuntalar la gobernabilidad de esa nación, algo que se aseguró en parte, porque ese gobierno pudo completar su mandato, hecho que después de todo lo sucedido resultaba una hazaña. Pero a los dos años del terremoto del 2010 Oxfam Internacional sentenció: “Dos años después del terremoto, los haitianos y haitianas siguen lidiando con sus efectos devastadores. El futuro de Haití pende de un hilo y se demuestra que el camino de la reconstrucción es un proceso lento y arduo. Mientras, de los miles de millones de dólares de ayuda prometidos, sólo la mitad de los fondos han sido desembolsados.”

Las causas del fracaso. 

¿Por que fracasó en forma rotunda el mayor esfuerzo de concertación internacional en favor de Haití? ¿ Por qué los problemas de Haití se agravaron en lo adelante hasta llegar a este presente ominoso, que nos arrastra a la tormenta perfecta ? Está pregunta es muy pertinente: ya que saber las razones nos impediría repetir los errores tanto en el abordaje del desafío a futuro, en la conceptualización del problema, también en la gestión adecuada de los recursos aportados, así como en las percepciones y sesgos fuertemente enraizados en los prejuicios históricos e ideológicos, o por los condicionamientos geopolíticos y los choques culturales. 

Esa conferencia de Punta Cana devino en un fiasco descomunal a nuestro juicio por las siguientes razones: Primero, porque un problema internacional grueso, difícil, espinoso- el problema del Estado Fallido de Haití-, se quiso gestionar con un esquema de negocios y ONGs, que se convirtió pronto en piedra de escándalos, y generador de desconfianza. Segundo, porque la lucha que se desató en Haití por el control de los recursos, devino en una profunda crisis político institucional y de confianza, que se agravó rápidamente con la imposición de Michael Martelly y su partido el TKL, por parte del Presidente Clinton, el Core Group y el representante de la ONU, mediante métodos cuestionables; y Tercero, porque alentado tanto por el gobierno venezolano, con la promesa de que los recursos de PetroCaribe apoyarían el esfuerzo de reconstrucción, como por la política de la administración Obama, se involucraron más estrechamente RD y sus empresarios y políticos, a jugar un rol protagónico en esa tarea, algo que avivaría el resentimiento anti dominicano de ciertos sectores haitianos, en especial, de su poderosa diáspora en EEUU y Canadá. La realidad es que nunca se ha intentado un esfuerzo maximalista e integral a favor de Haití, porque se ha contado con República Dominicana como zona de amortiguamiento o buffering de esa crisis, la válvula de escape a las tensiones y conflictos de Haití, esto es, en otras palabras: la solución dominicana a los problemas haitianos, aquí o allá .

RD reacciona, resiste, toma consciencia poco a poco de la trampa mortal en que se encuentra. 

En ese proceso tortuoso, tras la elección o imposición de Michael Martelly en 2012, RD debió enfrentar grandes pruebas, la mayoría desconocidas por los dominicanos: El Tribunal Constitucional emitió la historica sentencia 168/13 de nacionalidad, con lo que se abrió un frente de lucha nacional e internacional, donde se le quiso estigmatizar como un estado criminal, que desnacionaliza a sus ciudadanos. Asimismo, el Tribunal Constitucional rechazó con responsabilidad en el 2015 el Acuerdo de Inmunidades y Privilegios con los EEUU, que permitiría una presencia ilimitada en el territorio nacional de militares y contratistas de defensa, sin restricciones de ningún tipo, y con inmunidad cuasi diplomática. Esa fue la fórmula empleada como alternativa para la  “rechazada ” propuesta de la instalación una Base militar en el Sur del país. También, se reformulo el acuerdo de Precheking en el transporte aéreo con EEUU , con un anexo insólito que pretende convertir a RD en país de refugio y asilo, bajo la supervisión y tutela de los organismos internacionales y el Departamento de Estado. Se financió y asesoró, además, el Plan sobre Flujos Masivos de Migrantes en el 2019, del INM, que nos volvía al escenario de la apertura de campamentos de refugiados en la zona fronteriza, ante la eventualidad de una guerra civil o una crisis alimentaria en Haití. Cuando República Dominicana fue miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, tomó la iniciativa en varias ocasiones de convocarlo en sesión cerrada para abordar el tema de Haití, pero las rivalidades entre EEUU y China no ayudaron. La reacción virulenta del liderazgo haitiano, incluido, el canciller Claude Joseph, contra la firma del memorándum de entendimiento de enero del 2021 entre los presidentes Abinader y Moise, fue más que elocuente en lo que respecta a la insostenible relación insular: la construcción ilícita del canal sobre el río Dajabon fue una provocación montada con el propósito tornar hostiles y antagónicas las relaciones insulares, y lo lograron. Luego del asesinato del presidente haitiano el 6 de Julio del 2021, los sectores mas conscientes de la nación dominicana, hicieron saber sus reclamos y preocupaciones al mundo en el importante  Manifiesto del Instituto Duartiano y la Marcha PatrióticaRD del 6 de Agosto del 2022, donde se reclamo tanto a la Comunidad Internacional como a los poderes públicos nacionales, un cambio profundo de las tendencias y procesos. 

¿ Cuáles son las Opciónes planteadas ?

El Fideicomiso Internacional es una figura de DIP que se invoca con frecuencia a la vez que con simplicidad,  “como la solución a los problemas de Haití”, que parte del supuesto de que la Patria de Toussaint Louverture perdió la capacidad de autogobierno. El precedente de esa figura fue el Mandato o Tutela autorizado por la Sociedad de Naciones. Sin embargo, esa fórmula, que aunque objetivamente puede tener algún asidero dada la situación de Haití, enfrenta obstáculos difíciles de franquear. En primer término, están los obstáculos jurídicos: La carta de Naciones Unidas, en su título VII, no permite que un estado miembro fundador, quede sujeto a esa condición de perdida de la capacidad de autogobierno, y por tanto, sometido a la administración fiduciaria. Pero la experiencia histórica demostraria que los Estados miembros, si son débiles o fragiles, o padecen conflictos internos prolongados, pueden  terminar perdiendo la capacidad de autogobierno, y por consecuencia, convertirse en inoperantes al momento de sostener los servicios públicos esenciales aún en forma precaria, en especial, el orden público mínimo, para atender las necesidades de su población. En el caso de Haití algunos investigadores se han llegado a plantear, que nunca fraguó propiamente como estado, aunque tuviera un innegable significación en la historia universal. Pero también están los obstáculos históricos y culturales: existe una mala consciencia tanto en Haiti como en Occidente y América Latina, que evitaría una reflexión ecuánime y realista de porqué se llegó a ese nivel de degradación, de resquebrajamiento, de caída en el abismo. Y finalmente, están los obstáculos fácticos, que valen para cualquier otra fórmula de solución: Haití, desde hace décadas es un Narco Estado, un Narco Almacén, con muchas áreas de su economía encanallada, y en esto juega un papel destacado la centralidad continental y regional de la Isla de Santo Domingo, que vale mucho para la geopolítica del crimen. Esa realidad tiene poderosos vasos comunicantes con República Dominicana, que exhibe mayor conectividad e inserción con la economía internacional. De modo pues que debe descartarse la figura del fideicomiso. 

La Opción Haitiana: después de la caída de la dictadura de los Duvalier, se esperaba que Haití superara sus problemas ancestrales, pero luego de tantas intervenciones e injerencias- 6 misiones de  Naciones Unidas, ninguna con mandato ejecutivo y una carga de fracasos -, ha surgido con fuerza la idea de dejar a los haitianos buscar su propio camino, la vía haitiana con los haitianos como protagonistas principales: el Presidente Moise se embarca- después del retiro malicioso de la Minustah en el 2017 por parte de la ONU-, en la vuelta a la tradición del gobierno fuerte, en la refundación del ejército y las fuerzas de seguridad nacional, en la presidencia dictatorial con base constitucional y legítimada por un referéndum. En ese intento pierde la vida a manos de los suyos, de su propio partido, después de perder apoyo externo, y hacer malabares y piruetas geopolíticas muy riesgosas. Esa opción de la dictadura sigue teniendo apoyos importantes, dentro y fuera de Haití, y es por eso que un personaje como el Comandante Guy Filliphe- actor clave en el segundo derrocamiento del Presidente Aristide-, reaparece en el escenario de Haití, luego de ser liberado de las cárceles de EEUU, con un proyecto político en la misma línea y ofreciendo una salida de amnistía e integración para las bandas criminales más poderosas y sus jefes. 

En sentido contrario, en Haití, muchos otros líderes y sectores entienden que solo una gran revolución refundaciónal, “una transición con ruptura”, le dará al pueblo haitiano un nuevo horizonte: esos ponen sus expectativas en un movimiento popular que rompa con las relaciones neocolonialista del Core Group, y que asuma una línea radical antiimperialista, antioccidental, anticapitalista, antiliberal, antiblanca, alineandose con los rivales de EEUU en la región y el mundo, aprovechando los cambios que esperan en el orden internacional. Por razones tácticas, y sobre todo, empleando los antagonismos con República Dominicana, ese grupo espera su oportunidad, y por eso se integra al proceso actual. 

Todo indica que en los centros de poder estadounidenses bajo la administración demócrata, que dominan la política exterior en la región gran Caribe-a pesar de las controversias que han generado posiciones críticas como la del renunciante Embajador Foote-, se ha optado por el momento por esta línea de dejar a los haitianos procurar a su modo una salida a la crisis-con un acompañamiento internacional que es más simbólico que real-, aunque en los hechos todo indica también que sectores de liderazgo en Haití entienden que su salida estratégica está en trasvasar sus crisis al vecino ínsular, que al este está “su espacio vital”, y algunos, imbuidos de un delirio de restitución histórica, creen que hay una ventana de oportunidad para reconquistar y someter a “la provincia rebelde” desde 1844, y con apoyo externo, terminar de cumplir con los planes denunciados por el Senador Marcos Rubio, que son tan antiguos cómo perversos. 

Tras la muerte de Moise, República Dominicana se involucró como nunca antes en la consecución del objetivo de que la Comunidad Internacional asumiera la solicitud del Secretario General Guterres y de las autoridades haitianas de conformar una fuerza internacional robusta, de carácter policial, para la pacificación de Haití. Pero hasta ahora los hechos están demostrando, que la MSS que lidera Kenia- “el mejor aliado de EEUU después de la OTAN” en palabras del Presidente Biden-y el respaldo real mínimo que ha concitado, están lejos de satisfacer los requerimientos de las dramáticas circunstancias, lejos de ser sinceros, lejos de tener sentido de urgencia. Peor aun en la región hay actores que desde la Celac ejercen el veto que no ejercieron China y Rusia, que en cambio sí advirtieron de la gran cantidad de armas, municiones, equipos bélicos y tecnología de comunicación modernas, buena parte envíada desde los EEUU. Pero lo peor que acontece en la actualidad, es la descomposición y rivalidad de todas las instancias de autoridad en Haiti: tanto en el CTP como en el gobierno de Garry Conille.

Opción de Misión de Paz con Mandato Ejecutivo. Recomendación de Edmont Mulet. 

Recientemente Edmont Mulet fue entrevistado por la DW acerca de la crisis de Haití. Su opinión es relevante, ya que conoce en profundidad el proceso de crisis que vive Haití, pues fue Jefe de la Minustah por años y Secretario General Adjunto de la ONU: Primero, admitió que ninguna de las misiones de Paz enviadas a Haití tenían mandato ejecutivo, lo que en su criterio había sido el más grave error. Insistió en que debe procurarse “un mandato ejecutivo” con amplios poderes, haciendo referencia a la misión de paz Minnik en Kosovo. Segundo: en su opinión,  en Haití hay que empezar “desde cero” a crear un nuevo estado, sobre nuevos cimientos. Tercero, Haití y sus crisis plantean para la comunidad internacional un reto excepcional: si la Comunidad Internacional y los organismos internacionales solo tiene un récord de fracasos en una nación pequeña en el centro de Las Américas, sería una muestra de que no podrá lidiar con los mayores. Sobre todo si el proceso termina por provocar un conflicto de envergadura en la isla y la región.

Estemos claro, Haití no saldrá solo de sus crisis existenciales, tampoco lo hará descargando sus problemas sobre la nación dominicana, es menester que se involucren en forma consecuente, sostenida y sincera, por lo menos las naciones o grupo de naciones que más pueden y deben. 

La Conferencia Internacional sobre Haití. 

En algún momento futuro, no muy lejano, considero que la República Dominicana, con apoyo de algunos estados claves, debería volver a convocar una Conferencia Internacional sobre destino de Haití, con el título 1×7 Plus: 1 representa el compromiso de RD, dicho de otra manera, la medida máxima de lo que esta dispuesta a aportar,  dentro de una diplomacia propositiva, preventiva, de buena voluntad, enfocada en la rescate, estabilización y reconstrucción de Haití en Haití. El 7- representa los 7 naciones o grupos de naciones, que estarían llamados a convertirse en  el multiplicador del compromiso dominicano: si República Dominicana puede hacer sacrificios en esa tarea sin precedentes en el mundo, esas naciones  o grupos de naciones deben hacer cuando menos lo mismo que República Dominicana. Estos 7 son: EEUU, Canadá, Francia, el grupo de naciones de Hispanoamérica y el Caribe, Brasil, Union Europea y África Occidental. El Plus significa todos las demas naciones y actores internacionales que por diversos motivos o intereses pueden realizar contribuciones al éxito de esta alta misión. El Plus es todo lo que se haga o aporte por parte de otras naciones, que no son de la región atlántica, y que en áreas específicas pueden hacer contribuciones relevantes: por ejemplo, Israel, Taiwán, Korea, India, Japón, Vietnam….La diplomacia Vaticana especialmente está llamada a jugar un papel importante, inspirada en los principios de las encíclicas Pacen in Terris y Laudatio Si. Así se lo solicite encarecidamente al Papa Francisco hace años, aclarandole que en la isla de Santo Domingo-donde empezo la evangelización del nuevo mundo-, no hay un problema de migración sino un gravísimo problema internacional, encubierto por la indiferencia, la insensibilidad y en algunos casos, por una conspiración de silencio. No olvidemos que como dice el poeta “con frecuencia el infierno esta en lo que callamos” 

Lo más difícil de todo será convencer a China y Rusia y sus aliados regionales, de que su mayor contribución sería, facilitar este esfuerzo de concertación, desechando la tentación sacar partido frente a EEUU y las demás potencias Occidentales. Cada vez que las potencias mundiales chocan en el gran Caribe, las consecuencias son terribles para toda las naciones que se encuentran en esta “línea de fractura” de las civilizaciones, o como dijera el Conde de Maranches, en “el vientre bajo” del imperio americano. Los Objetivos Estratégicos Supremos de todo este esfuerzo serían la reconstrucción de una nación pequeña y emblemática, que merece un mejor destino, estabilizar con urgencia la isla de Santo Domingo; y sobre todo, evitar un conflicto de envergadura con proyecciones siniestras sobre toda la región y el continente. 

A título de ejemplo, objetivos prioritarios del 1X 7: 1)Parques Industriales. En Dajabon y Juana Méndez existe la empresa Codevi, que emplea 20 mil trabajadores, el 95% haitianos. RD podría asumir el compromiso de levantar 5 parques industriales similares, para la creación de 100 mil empleos directos, con servicios de atención primaria en salud y escuela de formación técnica integrada, y no solo en la frontera, sino en otras zonas. Si las 7 naciones o grupos de naciones hacen lo mismo o mas se estarían generando más de 800 mil empleos industriales directos. 2) Los dominicanos podemos construir centros hospitalarios: -tres maternidades y dos hospitales de 2 y 3 nivel- y formar el personal médico, auxiliar y administrativo, que multiplicado por 7 atenderían buena parte de las necesidades de salud. De hecho esto estaba consignado en el acuerdo de los presidentes Abinader Moise de enero del 2021. 3) Haití precisa de una ampliación de su parque energético: República Dominicana está en condiciones de incrementar esa oferta desde su territorio, que multiplicada por 7 rebasa con mucho los requerimientos actuales y futuros. 4) En materia medioambiental, con la experiencia positiva que tiene nuestra nación, podemos escoger un área de 100 mil hectáreas que con  el compromiso de los 7 más los Plus podría Haití dejar de ser una zona de desastre ecológico. Laudatio Si es un grito emocionado en favor de proteger la tierra, y si hay un lugar del mundo donde procede iniciar esa lucha de cuidado de la tierra es Haití. Siendo Ministro de Energía y Minas suscribimos acuerdos tanto con Israel como con la India, que estaban enfocados proveer una alternativa a la creciente demanda de leña y carbón y de energía en zonas aisladas de RD y Haití…. 5) Debe asumirse un compromiso de todos los Estados de formar recursos humanos de Haití con programas de becas u otra modalidad, bajo la condición de no otorgar visado de trabajo y residencia a estos, hasta que no hayan rendido servicios en su nación por un periodo determinado según los requerimientos. RD ha formado muchos profesionales y técnicos haitianos, y la mayor parte de ellos no retornan a su país, y en cambio se marchan a EEUU, Canada y otros destinos . 6) En cuanto a los recursos hídricos, RD debe compromete a seguir cuidando y mejorando la gestión de las cuencas de los rios fronterizos, que la mayoría nacen en territorio nacional, mientras las 7 naciones o grupos de naciones, apoyan proyectos de desalinizacion y redes de acueductos. 

Podríamos extender las áreas donde República Dominicana puede colaborar, haciendo su mejor esfuerzo, si las demás naciones hacen lo mismo y más. Y claro que pueden hacer más… mucho más, especialmente en el campo de la seguridad nacional y pública. 

Desde luego eso no tendrá ninguna posibilidad de sostenerse sin la participación activa del pueblo haitiano. Al final, luego de un periodo de transición e integración, ellos son los que deben asumir el control de su destino como nación, y ejercer sus derechos inalienables. 

Estoy consciente, no obstante, que el mayor obstáculo de esta visión en relación a Haití, será la aceptación de los haitianos de que perdieron la guerra contra la pobreza, de que no tienen estado funcional, de que precisan del esfuerzo de todos. Para hacerlo tendrán que renunciar al victimimismo y a los reiterados reclamos de indemnización, controlar su orgullo y los resentimientos, no seguir procediendo como el que todo se le debe y que no tienen que perder, asi como en el caso de algunos de sus líderes, renunciar a los sueños de reconquistar la provincia del este con el respaldo de los poderes extranjeros. En una carta memorable el general y prócer cubano Antonio Maceo Grajales, le advirtió al liderazgo haitiano a no atender a los colores de la piel, sino a la condición humana de las personas y de los pueblos, si querían se verdad avanzar como nación. 

En relación a RD, será indispensable dejar bien establecido que no le interesa ni le conviene ejercer dominio o hegemonía en la Isla-aunque nos tienten a hacerlo-, así como desechar los delirios de una confederación insular que aparecen cada cierto tiempo, o peor aún, la absurda idea de dominicanizacion de Haití. La carta que le dirigió el general Bonnet a Boyer antes de ocupar la parte oriental de la Isla, está cargada de sabiduría y aplica tanto para haitianos como para dominicanos: la regla de oro de la convivencia pacífica insular debe ser el respeto mutuo a los derechos de cada nación. En estas circunstancias de derrumbe del orden global, de crisis profunda de civilización, puede que tenga  algún sentido la confederación antillana que proyecto Martí, cuando sentenció, “Las tres Antlillqs, que juntas han de salvarse o juntas han de perecer. Las tres vigías de la America hospitalaria y durable. Las tres hermanas que desde siglos vienen cambiándose sus hijos y enviándose los libertadores, las tres islas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo”  Esas hermanas, en libertad y democracia, estoy seguro que pueden hacer mucho por este esfuerzo de solidaridad con Haití. 

Pero el Mayor Reto, sin dudas, será el de la Comunidad Internacional: como encontrar “ el Emperador Japonés” de Haití, y trabajar junto el…para que la paz, la estabilidad, la seguridad, la democracia y la prosperidad lleguen con un nuevo Haití y se proyecten a todos los vecinos. 

Para cerrar esta intervención quisiera evocar  el ideario de Juan Pablo Duarte: los dominicanos de corazón duartiano no somos antihatianos, reconocemos con él su historia de heroísmo, valor y amor a la libertad, pero también sabemos por él que “entre dominicanos y haitianos no es posible la fusión”. Confiamos en Dios que esta causa de recontruir Haití en Haití y evitar una guerra en la Isla, estará cubierta por su inmensa protección y gracia. 

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