Desiderio Arias fue un importante caudillo político-militar-un hombre guapo, de acción-, tras la caída de la dictadura de Lilis. Desiderio se formó bajo el liderazgo del General Demetrio Rodríguez, que era en su época el líder militar mayor de la línea noroeste, con buena formación adquirida en Alemania, y quien muriera durante una emboscada en 1905.
En ese periodo histórico, Desiderio se puede caracterizar como el más representativo de los caudillos, de lo que se conoce como el fenómeno del Conchoprimismo, es decir, del caudillismo rural y levantisco, que avivó las revoluciones montoneras, la inestabilidad, la violencia…. La versión armada del clientelismo y el patrimonialismo…
Desiderio, con sus innegables atributos de “hombre de valor”, de “pelo en pecho”, leal con su gente y a su región de la línea, fue el más turbulento de todos, hasta el extremo que terminó alterando en varios ocasiones la paz de la República. Incluso, provocó, en 1916, la caída del gobierno del Presidente Jimenez, del que era Ministro de Guerra y Marina, y líder de la facción del Partido Liberal, de los Bolos Pata Prieta. Ya en 1912, había provocado la caída del Presidente y Arzobispo Nouel, y después le había arrancado a los “coludos” horacistas, bajo el gobierno de Bordas Valdez, la concesión del ferrocarril Santiago-Puerto Plata, provocando “la revolución del ferrocarril”
Las actitudes de Desiderio, que eran las dominantes entre el caudillaje de la época, no atendía ni entendía lo que acontecía en el mundo, ni tampoco lo que sucedía en Haití, aunque la representación estadounidense lo llegó a considerar “un agente alemán”.
Luchaban brutalmente por cuotas de poder, como decía mi amigo Federico Henríquez Gratereaux, “mirándose el ombligo”, sin importarle mucho las consecuencias de su proceder. Desde el 1914, las potencias del mundo combatían en la Gran guerra, y desde 1915, Haití estaba ocupado por tropas de EEUU.
Solo unos pocos vieron que el juicio político a Jimenez, impulsado por los legisladores de su propio partido para destituirlo con acusaciones injustificadas, conduciría a la intervención y ocupación norteamericana. Cuando esta se produjo, Desiderio y los suyos se replegaron, se agacharon, sin demostrar “su valor”. A esos caudillos le dedicó tiempo después, Manuel del Cabral, un poema que terminó con este verso memorable: “Mas hoy, compadre Concho, también se ve tu llano —míralo en el bolsillo del norteamericano—”
En el presente, parecería que el espíritu de Desiderio ha vuelto a la política dominicana, o tal vez nunca se fue del todo, en una coyuntura histórica en extremo compleja y peligrosa, que pone en alto riesgo, como nunca antes, la existencia de la nación y el estado dominicanos. Ese espíritu, de hacer política sin conciencia histórica ni geopolítica, carente de sentido de estado y de República, lo encontramos en ciertas expresiones y actitudes de liderazgos tanto en el partido de gobierno-lo que es muy grave-, como en la oposición… y también, en esos otros actores de influencia y poder empresarial…
He dicho y lo repito: o nos comportamos como nación y estado, o nos tratarán peor que una colonia. Pero para eso es necesario acabar con la visión que tienen algunos poderosos oligarcas de que RD “es una finca con pasaporte, de unos pocos dueños”, que son ellos, y que los “políticos” son simplemente “administradores y capataces de la finca”… y en cambio, se impone afirmar y levantar el proyecto de nación de la dominicanidad, fuerte e integrador de todos los dominicanos, como lo soñó y proyecto Duarte…
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