Ha entrado el año ´25 “con las espuelas puestas”. Como ha ocurrido siempre, cuando las cosas se producen en Estados Unidos sus repercusiones son muy extensas; conciernen a gran parte del mundo. Tal es su importancia.
En New Orleans ha sido el último episodio. Hasta la primera noche del primer día iban quince muertos y una veintena de heridos, muchos de ellos de extrema gravedad.
Un raro hombre identificado como Shamsuddin Jabbar, de nacionalidad norteamericana, no se explica si por nacionalización o nacimiento, ni se señala su oriundez, conduciendo una camioneta blanca Ford de gran tamaño embistió una multitud de celebrantes del año nuevo en la calle principal del Barrio Francés, Bourbon Street, y produjo la atrocidad, desmontándose en algún momento con un arma de calibre mayor y comenzó a disparar a mansalva en medio de aquel espantoso escenario, siendo liquidado por la policía que estaba al cuidado del alegre y tradicional evento.
Es parte de lo que ha trascendido por los distintos medios, donde siguen apareciendo más datos acerca de las características del asesino de masas. Se dice que fue diez años miembro de las Fuerzas Armadas americanas, que alquiló el vehículo instrumento del mega crimen y se le vio viajar a México dos días antes, con matrícula de Texas; que aparecieron dispersos algunos artefactos explosivos en el área, no detonados, por lo que el FBI cree que se está en presencia de un acto de terrorismo y que pueden haber otros cuatro implicados, que se buscan afanosamente.
En fin, un ataque parecido al cometido el pasado día 21 de diciembre en un mercado callejero en la ciudad de Magdeburgo, Alemania, en el cual perecieran cinco ciudadanos, por obra de un extrañísimo hombre de origen Saudí, Taleb Al-Abdulmohsen, nacionalizado alemán en el año 2016, psiquiatra de profesión, que supuestamente cometió la bárbara acción por inconformidad con lo que entiende es la Islamización de Alemania por obra de políticas condenables de migración complaciente.
Se dijo, además, que Arabia Saudita había pedido la extradición y que Alemania, al negarla, quedó advertida de la peligrosidad de aquel personaje misterioso.
He querido traer las menciones de ambos casos porque se vive un tiempo delicadísimo, donde no hay cabos sueltos. Es un todo el alto riesgo de la destrucción del mundo, no hay letras pequeñas qué leer, todo es legible en el día a día de las guerras que le azotan, como si procuraran un escalamiento final, como el de Einstein cuando advirtiera ante el uso del arma atómica que, de producirse una tercera, la cuarta “habría que librarla a palos y piedras”.
En mi larga vida no he encontrado señales más aterradoras que las actuales para comprender lo pronosticado por aquel genial profeta de la sabiduría.
Pero volvamos a New Orleans y su aldabonazo alarmante. Lo primero que me vino a la mente, antes de las publicaciones aludidas dando los detalles, fue que la Yihad estaba actuando y cuáles podrían ser los otros ataques mayores como pasos a dar en una especie de “choque de civilizaciones”.
¿Será éste un preludio de hechos más graves? Claro está, tenía retenido algo que no debe soslayarse, como lo fuera la noticia que apareciera en medio de la campaña electoral afirmando que habían ingresado por la frontera sur de Estados Unidos hombres de un Comando Especial, que habían logrado apoyo de gente de la droga de México para entrar misiles en su territorio, por lo que se pensó que Donald Trump corría un peligro mayor al volar en su avión, que podría ser derribado desde los hombros de esos guerreros que, según se dijo, podían estar al servicio de Irán.
Se tomaron, incluso, precauciones especiales para los vuelos de ese candidato, que también fue atacado por un tirador connacional que pereciera, no sin haber puesto en extremo riesgo la vida del candidato, así como otro, también connacional, que lo tenía todo preparado acercándose donde estaría, en la hora exacta y el lugar exacto ese candidato. Estas fueron noticias que estremecieron al mundo en pleno.
Lo que quiero significar con esa mención de tan alarmante información es que se deben mantener entretejidos los razonamientos de todos los análisis, porque no hay datos secundarios, todo es importante retenerlo.
Y surgió así la cuestión de saber si podrían sobrevenir ataques demoledores de las circunstancias de la actualidad a partir del desastre de New Orleans. Todo ésto necesariamente implica muchas dificultades para predecir la trazabilidad de los tremendos acontecimientos y un oscurecimiento espeso de las identidades de los autores reales de los hechos.
Por ejemplo, hubo en el desastre de New Orleans un dato que llamó mi atención: apareció en el vehículo una bandera del ISIS que ha pretendido el restablecimiento de un Califato; algo que los norteamericanos impidieron venciéndole en Siria, aunque todavía sigue acorralándolo con el uso de fuerzas kurdas.
¿Por qué llevar esa bandera sin enhestar en un asta que llevaba hincada en la camioneta como para hacerlo? ¿Acaso eso es o podría pasar a ser un contraindicio destinado a encubrir otros autores de algún ataque previsible, no tanto contra el Presidente electo? ¿Se busca golpear al pueblo americano por impío, dentro del vasto programa de lucha mundial de la Yihad? ¿Son otros los litorales de intereses, como los que Trump ha prometido desenmascarar y combatir, los que están en las bases reales de esta turbación horrible?
Yo confieso que me embarga una penetrante inseguridad en mis apreciaciones de cuanto examino como parte de estos conflictos insondables. Mucho le temo a las apariencias y dobleces de los hechos. ¿Quién estará detrás de ésto? es la pregunta de orden que me hago casi en todos los casos.
Cuantas veces surge uno del género que trato, detesto la idea de ser robotizado, de volverme un papagayo incapaz de saber y separar el cuerpo de la sombra.
Algunos amigos me creen muy suspicaz, pero es tanto lo vivido y lo aprendido sobre ésto, que prefiero mantenerme como temeroso de algún escarmiento de los errores. Sobre todo que vienen otras inquietudes a adornar el enredo: “¿A quién crees tú que aprovecha el zarpazo de New Orleans? ¿A Trump? ¿No lo confirma en todo lo que ha venido diciendo? ¿A quién crees que daña? ¿Al Partido Demócrata, por su fracaso de la acefalia presidencial y travesuras reprensibles? “
Y yo me apresuro y les respondo: Pueden ser todas esas cosas, siempre que ya, una vez investido como Presidente, emprenda con su formidable equipo de gobierno a revelar en profundidad cuanto ha ocurrido en su país, malherido por tantas aberraciones que hasta se ha visto mucha gente asegurar su decadencia evocando a Roma y su imbatible Imperio.
Pero lo cierto es que Trump es el que está frente al nudo gordiano de la situación, el eje profundo de cuanto falta para hacer las grandes enmiendas. Es tal y decisiva su presencia, que el Crimen, en todas sus modalidades, lo sabe bien y no descansará para eliminarlo. Ya se ha visto bastante la acción de los sectores, cada uno con sus siniestros móviles.
Y en un laberinto de meandros desquiciantes, es a Él que le tocará actuar en todas las escalas de los trastornos. Por ejemplo, lo de Estados Unidos se entrelaza en la simultaneidad con el gas de Rusia servido a Hungría y Bulgaria y la prohibición del Presidente “de facto” de Ucrania de la utilización del oleoducto en su territorio, al vencer el plazo de concesión en favor de aquellas dos naciones, que son miembros de la Unión Europea y la OTAN. Es algo tan chocante, porque ninguna de las dos tiene medios alternativos de sustitución del gas en emergencia y se ha tomado en pleno invierno.
¿Habrá un acto de provocación mayor de desastres que éste? Ucrania está perdiendo la guerra y luce que está a punto de desaparecer del escenario mundial su Presidente. Todo, por los anuncios vigorosos que ha hecho el hombre clave del 20 de enero sobre la paz a alcanzar.
¿Qué se pretende entonces? ¿Qué se busca? ¿Zelensky está en un ejercicio de autonomía, o bajo instigación de Occidente, para animar la caída en el abismo? ¿Sería acaso ese paso tan crítico la causa del premio que se le ha dado, de entregarle dos mil quinientos millones de dólares, otorgados por el gobierno Biden en sus últimos veinte días de existencia, para fines de “protección social”, no en armamentos?
Para éstos últimos, los armamentos de la guerra, ya se han entregado cerca de cien mil millones, con una enorme agilidad, por un gobierno en pleno, Congreso incluido, que también está a punto de terminar en las venideras elecciones congresionales, dentro de dos primaveras, donde parece que la MAGA de Trump haría limpieza, y quién sabe, si el propio Partido Demócrata logra desamarrarse de las hábiles lianas de sus fracasos últimos en todos los órdenes.
Todo se correlaciona peligrosamente, porque son permanentes y perpetuos los verdaderos titiriteros que manejan las grandes catástrofes pendientes. No quieren la paz y velan por sus guerras y se les agota el tiempo inesperadamente con este tsunami en el horizonte del regreso a la Casa Blanca, muy parecido a aquél del General Douglas McArthur, cuando dijera al salir de Las Filipinas, al comienzo de la Guerra en el Pacífico: “I shall return”, Yo volveré, en aquellos tiempos de gloria de Roosevelt, Marshall y otros grandes de la Norteamérica bien encabezada ante el arrasamiento del Nazismo.
Es compleja y explosiva la situación mundial, ¿y nosotros? “asando batatas” en la Isla legendaria de la Región del Caribe, que también puede arder. Desde luego, el eje a prevalecer será Trump y la pregunta que cabe es: ¿Qué falta por pasar?
El Presidente de Colombia, Gustavo Petro, acaba de revelar que “la inteligencia colombiana fue decisiva para detectar la verdad acerca de la procedencia de las 9.8 toneladas de drogas” atrapadas en el Puerto de Caucedo de República Dominicana. Afirmó que “provenía de la Región del Catacumbo”, pero no precisó si vino directamente en lancha rápida, como señalara antes el Presidente colombiano, “que desde La Guajira a las costas haitianas sólo mediaban 7 horas para la travesía”. Ésto, cuando hablaba del robo de armas en sus arsenales, o si, por el contrario, vino la droga en una de las lanchas de “navegación nocturna” que describiera Insight Crime en su informe sobre la droga de Venezuela en el Caribe, conectada con República Dominicana, ésta ya no como lugar de tránsito, sino como caleta de almacenamiento y de operaciones a cargo de estructuras dominicanas.
Esas declaraciones del Presidente colombiano citadas aquí han sido interpretadas como una defensa, bien disimulada, a lo señalado en relación a que vino de México, pasando el barco furgonero por Guatemala y entrando a Puerto Cortés en Honduras.
Entiéndase, tres naciones gobernadas por dos mujeres brillantes y un hombre progresista, “antifascistas”, que han estado en bregas muy escabrosas con el Coloso del Norte, que ahora amenaza con la declaración de posible Terrorismo Internacional la comercialización de la Droga.
Se dice y se piensa que se está en presencia de un cabo de auxilio particularmente a Honduras, que tiene un expresidente condenado, así como un hermano, a penas extremas dictadas por sentencias de Cortes norteamericanas.
Hay la creencia, y yo la pondero, de que se ha hecho necesario sugerir, para explicar la suerte de las 9.8 toneladas en investigación, una posible acción preparatoria y sediciosa de estampa revolucionaria.
Pero entonces, ¿por qué fue a parar la droga a Caucedo para llegar a Bélgica? Porque se sabe bien que toda la droga viene de Colombia, para eso no hay necesidad de operaciones de Inteligencia, pero no se sabe quién la envía a almacenar. Haití ha sido el mayor e intocable almacén por largo tiempo. Luego, surgen las informaciones de que nosotros en República Dominicana ya somos víctimas de esa degradante condición.
En fin, todo muy oscuro. Quizás en este caso la DEA ha podido hacer una investigación certera acerca de dónde provino la droga y quiénes fueron los actores esenciales de su acarreo y su intento de embarque.
Y la situación es tan compleja, que hasta Hezbolá sale a relucir en un análisis serio, especialmente para nosotros, porque ya hubo un caso, hace algunos años, de un alijo, precisamente destinado a Bélgica, atrapado en La Romana, propiedad del radicalismo árabe, en procuración de levantar fondos para más y mejores armas.
También existe otro espectacular como es el Caso Casandra, que está por desempolvar, ahora que viene Trump con revelaciones asombrosas de cómo Irán logró su engavetamiento, al tiempo que le levantaban las sanciones y se le devolvían recursos congelados.
Como se puede advertir, la Región está bullendo. Trump puede tener la información suficiente ahora para salir a desmantelar los almacenes de drogas que están en su vientre, bajo el predicamento de que el tráfico es Terrorismo y puede emprender otra guerra de talante diferente, la de la Droga.
Finalmente, porque el espacio se agota, es interminable la conflictividad mundial, tanto como “la sabana de diablo”, según el sentencioso e inmemorial decir del pueblo católico para definir la maldad perpetua del “sujeto” que se regodea en la siniestra alegría de que nieguen su existencia.
Así las cosas, hago un alto y formulo mis preguntas de hoy: ¿Estoy exagerando mi alarma con propósitos insanos, o perversos? Por el contrario, ¿entienden ustedes, mis amables lectores, que la hora es grave y no concede un minuto de sosiego? Dios está al mando, como afirmo siempre cuando me acerco a la línea roja de que tambalee mi confianza de que al final todo será para bien, una vez pasen las tormentas.
Post Data: Aunque los sucesos son tan vertiginosos, no es imposible prometer para la próxima entrega algunas alusiones al asesino de masas de New Orleans: si era o no bilingüe, quiénes fueron sus progenitores y otras cosas para explicar las diferencias entre la nacionalidad ofrecida por documentos y la muy profunda que viene de la tierra donde se nace o nacen nuestros mayores, y determinar así a cuál se le debe verdadera lealtad, sobre todo, si hay de por medio consideraciones religiosas poderosas, como nada parecido al radicalismo del Islam.
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