Aconsejar a un Presidente no es tarea grata ni fácil, sobre todo, cuando no se ha pedido el consejo, pues siempre podría parecer como una manera maliciosa de emplazarlo o hacerle creer cosas que le son servidas no lealmente a su conveniencia. Hoy lo hago porque me siento protegido por mi buena fe de siempre.
Lo primero es llamar la atención del nuestro acerca de la fuente de donde brotara la sorprendente iniciativa tomada por el Presidente Joe Biden, invistiéndole con la condición de Presidente de la Coalición Global para las Amenazas de las Drogas Sintéticas, un esfuerzo colectivo de 130 Naciones que se iniciara en la ciudad de Nueva York desde el 23 de septiembre de 2024.
Meditar sobre los designios del presidente norteamericano, que pudieron estar a grupas de dos eventos: La admiración que pueda sentir por el Presidente Abinader, luego de éste haberse negado a firmar aquel documento en Los Ángeles, en un evento denominado “Declaración de Los Ángeles sobre migración y protección”, pactado por 20 naciones el 11 de junio de 2020, en la Cumbre de Las Américas, pese a mediar una invitación formal del Presidente norteamericano; y otro, podría ser para enmendar o corregir el injusto exceso de habernos incluido, como República Dominicana, “en el cuarto lugar entre los territorios donde la droga es más abundante en el mundo”.
Es posible que se tratara de un lapsus linguae o de otro género del presidente norteamericano, del cual él se sintiera arrepentido, por lo que dedicó esa distinción al presidente dominicano de presidir un Organismo tan abarcante y numeroso que desconcierta, fijándole la Región, mientras le reservaban a Bélgica las tareas del viejo continente Europa.
En todo caso, se trata de un Presidente de Norteamérica a punto de terminar su mandato y salir de la Casa Blanca, que ciertamente tiene un buen tiempo señalando al Fentanilo como una peligrosa pandemia en curso; un opiáceo que ya asume características de “arma de destrucción masiva” si se tiene cuenta que ha producido más bajas a su pueblo que las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak, juntas. El hecho es que se convocaron esas 130 Naciones para emprender esa lucha en la fecha y lugar indicados.
Ahora bien, aún así se presenta la cuestión de saber si en el cambio de mando por venir el 5 de Noviembre habrá un interés de tal índole para proseguir con ese patrón de resistencia, pues, de no ser la actual Vicepresidenta la favorecida por los votos, sería Donald Trump, que es un enemigo todavía más enconado de la odiosa plaga que amenaza con exterminar a medio mundo: el Fentanilo.
Sus posiciones han sido enérgicas y ahora se podrían esperar más fuertes y puntuales que las del actual Presidente, Joe Biden, pero han sido tan traumáticos los encontronazos de esos importantes hombres públicos, que posiblemente se interrumpa el esfuerzo actual para darle paso a otras modalidades y formas diferentes a la lucha, quizás más directas y específicas por lo insólito del ataque, que bien podría considerarse, al menos como sospecha, de tener rasgos de una modalidad espantosa de nueva guerra.
Entonces, nuestro Presidente podría quedar colgando en un vacío desdeñoso inmerecido y habría la necesidad de rescatar la noción de que distinciones como esa el Presidente dominicano la recibe, no como algo particular que le concierna a sus gobiernos, sino como un reconocimiento a la Nación que gobierna por haber podido sobrevivir al tsunami de las drogas duras y a ofrecer condiciones por su buena índole de poner a su pueblo en pie, como un todo, para enfrentar este anticipo del apocalipsis de las Zombielandias.
Es por ello que mi consejo primario dado en la Reminiscencia que habrá de aparecer en el Listín Diario el próximo sábado fue: Presidente, reciba el innegable homenaje personal como algo ofrecido a su pueblo; hágalo con serena humildad, no se envanezca y dígale a esas 130 Naciones del mundo organizadas en gran foro, que es al pueblo en el fondo al que hay que rendirle ese tributo, por ésto que le indico.
Permanecer en pie de lucha considerablemente funcional en sus instituciones e integridad del tejido social, algo que ya ha sido reconocido antes, tanto por el mismo poder del Norte, como por muchas instancias de gran nivel entendidas en el manejo del trastorno enorme de la sanguinaria comercialización de la droga; es decir, no pudo el Crimen Organizado en su paso de azote desde el Sur con sus ríos inmensos de drogas como tráfico, hacer lo que hicieran en el territorio vecino, que llegaran a hundirlo en el caos inmenso en que se encuentra.
Tal fue la intención sana de mi consejo en la Reminiscencia y hoy la anticipo como ampliación, diciéndole más llanamente: Presidente, no intente ni permita que se “politice” su honroso reconocimiento como un mérito de sus gobiernos; sería injusto y frustratorio, porque los esfuerzos nuevos serán mucho más intensos y complicados dada la situación geográfica que nos condena a ser apetecidos por los Carteles y Mafias del mundo, al grado de interesarse tanto en su control y dominio de sus infraestructuras de puertos de gran calado y aeropuertos internacionales; algo que espanta cuando se detecta la participación de muchas maneras en las nieblas de la Geopolítica que busca disolvernos para convertirnos en un colosal Puerto Libre, quizás uno de los mayores que pueda padecer el mundo, una vez nos balcanicen..
Han estado presentes esos poderes invisibles de la droga en un Pacto Implícito, pero coincidente, con otros poderes de la tierra; naturalmente no convenido previamente porque había que ayudar a la conservación de la ultrajada moral internacional que manipulan los aviesos macro Organismos existentes.
Presidente, sé bien que le podrían parecer a usted estas reminiscencias especiales una forma ladina de quitarle brillo a su homenaje y, créame, estaría equivocado si así pensare. Es al gentilicio dominicano al que hay que vivir atento en su revelación permanente y, en el caso en que se diera la continuidad al Estado norteamericano, además, usted va a necesitar en demasía de ese pueblo para mantenerlo unido, inseparable en ese esfuerzo. Comience a ofrecerle como premio de escala mundial lo recibido, como que es honra de todos.
Este endemoniado flagelo del Fentanilo ha vivido mucho tiempo siendo reputado como el anestésico por excelencia en el ámbito serio de la cirugía médica; precisamente, su sintetizador, el Dr Paul Janssen, de Bélgica, lo acreditó en el año 1960 como tal, y sólo fue al correr de los años cuando aparecieron los componentes precursores que lo convierten en el malvado mayor de todos los tiempos.
China fue la que lo desarrolló en forma exclusiva y de circulación legal, hasta que tuvo que meterlo bajo severa represión, pero ya derramado para otros lares catastróficos como la frontera Sur de Estados Unidos y los Carteles mexicanos tan imponentes.
Debo decirle que ahora esta lucha será distinta y más difícil; no habrá volúmenes de mercancías de tráfico, sino pequeñas pastillas devastadoras. Ahora no serán los espectaculares episodios de bandas y tiroteos dispersos disputándose alijos, ni de ejércitos en las calles para reforzar las aguerridas fuerzas especiales de Interdicción, sino la difícil tarea de concientizar a millones de seres humanos de los peligros nuevos, organizarlos en juntas de vecinos y patronatos barriales de padres, hermanos y familiares, procurar alianzas impensables hasta con los influencers populares invitándoles a ver documentales de cómo van prodigándose las Zombielandias en otros lares, y a los propios dueños y operadores de discotecas y negocios de recreación arriesgada, a fin de que pasen a ser parte del desesperado esfuerzo, de todos a la vez, para salvarnos.
Mucha atención a ese énfasis que no tiene ni una pizca de sentido figurado, Señor Presidente. Son nuevos ejércitos los que serán necesarios. Ni hablar de maestros y madres y padres de las escuelas. La lucha contra el Fentanilo es, por decirlo de un modo breve, plebiscitaria y vitalicia o nos perderemos definitivamente. Al menos en Occidente, pues el lejano oriente confía en su intocabilidad y para eso cuenta con las herramientas de sus fuerzas organizadas como política de Estado.
Las drogas sintéticas, en fin, superarán los daños y estragos de las drogas tradicionales de mil modos más, y sin regañadientes, lo felicito por la distinción de que fue objeto, pero le ruego dar por sabido que ese será el nuevo y mayor reto, no sólo para nosotros, sino para medio mundo.
En la última entrega de estos consejos le relataré a grandes rasgos algunos eventos y coyunturas internacionales de los cuales conociera porque participé vivamente en sus azares, buscando demostrarle que cuanto aconsejo hoy lo viví y vi practicar en el pasado reciente.
Adelante, Presidente, alentando a su pueblo.
Debo detenerme por razones de espacio, como siempre, y les pregunto a mis amables lectores: ¿Creen ustedes prudente y sano mi esfuerzo de aconsejar al Presidente, sin temer los riesgos de los alevosos dicterios? ¿Aprueban las reglas de prudencia que ellos encierran?
Dije desde el principio que me atrevía a emprender esto bajo el amparo de mi buena fe de siempre y creo que no miento, porque lo juro ante Dios.
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