
Para ser consecuente con el título de esta primera entrega, debo hacer una prueba que he creído encontrarla en el método que voy a utilizar, porque realmente estoy en reflexiones.
El futuro inmediato luce sombrío y muy atrapado en una Geopolítica nueva en la Región que podría alcanzar cotas de alta escala mundial, porque como ya se ha visto Nicolás Maduro, al instalarse en el poder en la forma desastrosa en que lo hace por el repudio de medio mundo, habla con desenfado de que tanto Venezuela como Nicaragua y Cuba están ya preparándose para la lucha armada “si se hace necesario”, pero advierte sutilmente, “contando con el apoyo de los hermanos mayores en el mundo”.
¿Quiénes son esos hermanos mayores? China y Rusia, obviamente, cuya presencia en la Región ha introducido cambios profundos en la naturaleza de la Geopolítica que está en curso manejando los hechos y circunstancias del Caribe y Centroamérica.
Me quiero apartar un poco, al principio del año, de este fangal que hemos visto y que todos sospechamos que habrá de ser una especie de calvario para América toda, cosa ésta que afirmé en un artículo aparecido en el Listín Diario en fecha 11 de noviembre de 2002, bajo el título “Presidente Chávez, reflexione”, que fuera reproducido en mi Pregunta “Venezuela es preocupación de todos”, del 04 de noviembre de 2017.
Observen que la manera de abordar la entrega de hoy es cuidadosa para no incurrir en las violencias habituales de las emociones y de las improvisaciones de los prejuicios. Me tranquiliza mucho cuando formulo alguna afirmación en la actualidad poder rastrear en el tiempo pasado qué había dicho acerca de esa situación a ponderar.
A esos fines, en el día de hoy voy a reproducir nuevamente sólo el artículo del Listín Diario referido, porque tengo necesidad de hacer algunas reflexiones al tratar un tema tan sensible como lo es la paz de Venezuela y de nuestra América. Lo haré con cierto dejo deceptivo, porque me duele haber advertido tan a tiempo acerca de esas cosas y sentirme ahora frente a un panorama donde aparecen ya como realidades concretas por estallar, no se sabe cuándo.
PRESIDENTE CHAVEZ, REFLEXIONE
Por: Marino Vinicio Castillo R.
11 Noviembre 2002
En estos días estuve ausente dos semanas. Creo que me convino la ausencia porque sentí mejorar las perspectivas y reflexiones acerca de algunos tópicos, nacionales e internacionales.
Ví a Venezuela, por ejemplo, desde el exterior y confieso que turbaron mi espíritu preocupaciones que no había sentido antes con esa intensidad.
Aquél entrañable pueblo se está seccionando peligrosamente y parecería un indetenible proceso de ásperos desencuentros que podrían reproducir etapas de luchas fratricidas parecidas a las del último tercio del Siglo IXX que terminaron por ser puestas en el reposo por una larga tiranía.
Los ánimos son cada vez más irreconciliables; las tramas hieden por doquier; las fuerzas de oposición, en lugar de avanzar hacia la organización de respuestas ordenadas, ahora, cuando todavía no hay un preso político, se alojan en la exigencia tremenda de un abandono del poder de alguien que ha merecido sucesivas calificaciones populares para estar donde está.
En las disputas se advierte una alta presencia de sinrazones, que si se le descuida terminaría por cerrar los caminos civilizados, abriéndole trocha a la aventura, que sabe no arredrarse ante posibilidades tan díscolas y turbulentas como el magnicidio, o la decisión de las Fuerzas Armadas protagonizando un encarnizado proceso de poder desde los fusiles. Recordé haber leído dos obras, cuya lectura recomiendo, una de Carlos Seco Serrano, “La Historia del Conservadurismo Español”, y la otra de Paul Preston, “Las Tres Españas de 1936”.
Quien lea esas contribuciones notables se convencerá de que esto que España tiene hoy como democracia admirable funciona dentro de una monarquía parlamentaria, que le ha permitido un progreso impresionante. Fue todo cuanto buscaron en el Siglo IXX don Francisco Martínez Rosa y Cánovas del Castillo, entre otros, dentro y fuera del poder, proponiendo la conveniencia de una tercera vía entre monarquía, república que hiciera esto que finalmente se alcanzara, un siglo después.
La otra obra sobre “Las tres Españas” es una desgarradora descripción de breves cortes biográficos de los hombres fundamentales de la guerra civil del ’36 y a uno le queda el amargo sabor de que se pudieron evitar un millón de muertos y una prolongada dictadura, de haber habido en tanta gente brillante un mínimo de sensatez, menos pasión imperante y la visión clara de que tenían que eludirse de los terribles efectos de las influencias del fascismo y del comunismo, que ya se aprestaban para la conflagración de los sesenta millones de muertos del ’39. Hombres ilustres que no comprendieron la necesidad de rehusarse a pasar a ser campo experimental de armas y determinaciones como sólo España podía hacerlo.
Así, el pensamiento vuela y se asienta en la Venezuela de hoy y llega acompañado del convencimiento de que el presidente Chávez, sin tener un preso político, lo que es su máxima gloria, se está atrayendo antipatías y violencias, cada vez menos solapadas, de una oposición que lo tuvo que aceptar como una respuesta lógica y aprobada de Venezuela a los sectores que la saquearon en forma infame desde la política y los negocios.
Chávez, así lo reconocí desde su prisión, ha sido un signo inequívoco de la necesidad de cambios políticos drásticos en un corrompido sistema de partidos. Naturalmente, él ha intentado en lo económico y social acciones de legislación profunda sobre las tenencias de tierras, así como del estatuto degradante de la pobreza petrolera y con ella concita una resistencia mayor y peligrosa. Lo que pone a cavilar es advertir que el presidente se ha dejado provocar y no ha buscado la serena prudencia que, aún cuando ha de ser bien enérgica, serviría para salvar la índole y la imagen de sus propósitos generosos.
Chávez no está reparando lo mucho que él significa para Venezuela, por lo que no debe llevar a términos enconados de conflictiva confrontación ideológica sus visiones y principios ardientemente nacionales. La ideología que se le ha colocado como compañera de viaje como pareja es incómoda; tiene un historial intimidante; sus centralizaciones se desplomaron en lo que fuera el útero soviético y, en fín, Chávez no ha debido fallar en la evaluación del significado de lo que es el terrorismo para el mundo de hoy. Su error ha sido aparecer de algún modo amortiguando sus devastadores fines.
Él, que no es represivo, aunque contestatario, ¿qué hace con esas posiciones tremendistas y marchitas? ¿cree él que, luego de lo ocurrido en la ex Unión Soviética, es prudente animar a los nostálgicos tropicales para apoyarse en ellos en el auge de su sueño bolivariano?
Yo, que he sido su ferviente y desinteresado admirador, estoy preocupado y me temo que el presidente ha perdido, de algún modo, aspectos fundamentales de su orientación a favor de su lucha por el progreso venezolano, al prohijar la impronta de que obra dentro de una ideología en precario, que él no necesita porque proviene del cuartel donde Bolívar, aún, “deambula taciturno, con sus botas calzadas”.
Si sobreviene la inmensa tragedia de la guerra civil en Venezuela, toda la América nuestra tendrá que lamentar, sin que haya manera de predecir cuánto.
Reflexione, pues, presidente Chávez, y reduzca el encono; dedíquese a introducir métodos sanos de gobierno en su rica nación que eso sólo haría las veces de revolución. Son tantos los recursos, que su buen uso sería pura gloria.
Piense en el Coronel Nasser para la preservación del decoro; aparte a cuanto Largo Caballero aparezca grávido de intransigencias e incitaciones; a los cacerolazos déjelos sin argumentos que puedan atraerles aliados peligrosísimos.
Usted, presidente Chávez, es de un gran corazón y lo prueba la ausencia de presidios y persecuciones. Toda América le agradecerá su simple ejemplo de adecentamiento, pues es esto lo que fundamentalmente falta en la dirección de nuestros pueblos. La oposición, de su parte, que se organice sin la afrentosa compañía y presencia del escándalo precedente que fuera causa esencial del fenómeno Chávez y sus hermosas quejas bolivarianas.
Nuevos partidos, nuevos hombres y mujeres que, en las ideas, más que con las plazas, preparen lo que ellos dicen representar. Tal ha de ser la disputa, no el infierno de la guerra y el caos.”
¿Cuál es el rasgo esencial de ese artículo que transcribo? A mi modo de ver y de sentir, el carácter serio de advertencia y presentimiento de cosas que podrían en aquel momento producirse y que creí a las puertas de toda América.
Sin embargo, debo confesar, ésto es parte de mi reflexión, que cuando me espanté haciéndole esas advertencias sinceras de un leal amigo al Presidente Chávez de entonces, no ponderé en la medida que merecía el arraigo tremendo de su liderato en los cuarteles venezolanos.
Vale decir, temí hasta inquietarme que podían dividirse y si a ello se agregaba la inmensa popularidad de la Venezuela de Los Ranchos por Chávez, llegué a pensar que era una especie de reproducción de guerra cívico-militar popular, muchas veces más grave que el 24 de Abril nuestro del año ´65.
Me di cuenta en el período subsiguiente a ese año 2002 de que las divisiones previsibles que se habían producido y podían seguirse produciendo con cúpulas militares, no vulnerarían el blindaje del liderato del Presidente Chávez. Presidente del año 2002, preciso es acentuarlo.
Pasaron los años, se dieron muchas de las cosas que yo advertí como errores fatales cuando resultaba inequívoco que aquel hombre valiente y generoso, nacionalista, bolivariano, panamericanista, que era Hugo Chávez, había sido atraído hacia ese ámbito de la influencia de la “ideología”, capitaneada por lo que he llamado siempre de “un fenómeno de la naturaleza” como lo era Fidel Castro.
Ya en aquella oportunidad yo relataba la tragedia de Chile y la pérdida del prestigio de sus Fuerzas Armadas en ocasión del derrocamiento de su gobierno presidido por un hombre especial, médico, que intentara cinco veces llegar, como finalmente pudo hacerlo, incluso con el voto demócrata cristiano en el parlamento, que después fue ensombrecido por el fanatismo de un MIR; ésto, ayudado por una visita larga de más de un mes del coloso del mando antillano, que sirvió como caldo de cultivo para que se produjera la tragedia.
Citaba en aquel artículo, que hoy no traigo sus comentarios, solamente al desgaire, un testimonio como el del General Carlos Prats González, Ministro de Defensa del Doctor Salvador Allende, afiliado a la doctrina de la Prescindencia Militar que encabezara el mártir General Schneider, asesinado dos años antes como un acto preparatorio y repugnante del desastre.
Carlos Prats González también fue explosionado junto a su desventurada esposa en Argentina, luego de haber sido enviado al exilio por el mando siniestro de Chile, conscientes de su enorme prestigio en los cuarteles. Sus hijas publicaron “Memorias de un Soldado”, como una manera de rendir un tributo justo a sus altos méritos.
En fin, siento que me deslizo por ese tobogán de los recuerdos y me ayuda la lectura de cuanto expresara hace tantos años. Pero hoy tengo que encontrarme con una realidad dolorosa como lo es el cambio del carácter, la conducta y las ejecutorias del gobierno que sobrevino una vez el líder militar popular que fuera Chávez fuera reclamado por la muerte.
Entonces, resurge la inquietud cuando pienso qué ha ocurrido con los sentimientos de los ejércitos bolivarianos, luego de perder la razón prodigiosa del seguimiento a Hugo Chávez, para entrar en la protección y respaldo de este páramo de valores en que figuran Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Vladimir Padrino, que fueron investidos, el primero sobre todo, como legatarios por el líder ya moribundo.
Y, en verdad, ha sido tan desastroso cuanto han hecho que se podría decir mataron nuevamente a Hugo Chávez Frías, por todas sus barbaridades de junglas de rejas, cárceles, desapariciones, torturas, muertes y, sobre todo, el éxodo espantoso de cerca de seis millones de hijos de esa tierra tan querida por todos nosotros, que se ha desperdigado mendicante por todo el mundo, como un testimonio fuerte e indeleble del hundimiento que han producido estos grupos, ya reducidos a categorías degradantes como la de ser reclamados internacionalmente por encabezar el llamado Cartel de los Soles, que tal como en el Informe de Insight Crime de fecha 24 de mayo de 2018, indica “Venezuela: Tráfico de Cocaína por el Caribe”, ha destruido toda imagen posible de virtud y merecimientos.
Ahora está pasando la prueba, el trance, su definición de que se han albergado en el amparo de sus “hermanos mayores”, de los cuales yo he creído que son “ahijados y afluentes”, dispuestos asimismo a entregar los recursos que puedan quedarle a Venezuela en favor de esa hegemonía de potencia extracontinental, por lo que se piensa, y se debe de entender como válido, que lo que e está proponiendo a la América nuestra es catastrófico, insondable, si se quiere, porque no dejarán de funcionar los viejos hábitos de las potencias dueñas del mundo en las peleas por sus espacios vitales y todos los pueblos menores, más débiles, quedarán expuestos a rigores y avatares indescifrables.
Ya terminando, me pregunto: ¿Qué es lo que en realidad ha ocurrido, para que esas fuerzas del “Ejército de Bolívar” pudieran transferir el blindaje de su lealtad ofrecido al líder natural, Hugo Chávez, en favor de ese estado de cosas que tanto tiene de hecatombe?
Se me dice: “Se corrompieron totalmente”, además, es más que posible que el armamento adquirido y las instrucciones de medios de poder como los de los “hermanos mayores” y la dinámica agresiva y peligrosa de “una Cuba que se niega a abrirse ante el mundo”, han podido convencer a gran parte de esos ejércitos de que serán componentes de un “Nuevo Orden Mundial” porque el Imperio del Norte está en decadencia liquidadora.
Si es así, como me dicen algunos, hay que prepararse para un tiempo largo de tiranía, a menos que la situación socio-económica siga en el proceso de deterioro en que está la de Venezuela y ésto dé oportunidad a hacer esfuerzos inverosímiles para tratar de cambiar el rumbo de sus destinos.
Pero, como dijera, son reflexiones de un extraño principio de año, que pueden parecer conjeturas infundadas, cosa ésta que yo no llego a temer porque los hechos están pisando muy fuerte y ya veremos.
Estados Unidos el día 20, es decir, dentro de cuatrocientas ochenta horas a partir de la aparición de esta Pregunta, se despereza y trae a su presidencia un hombre que está convencido de que ha salvado la vida de los riesgos inmensos a que ha sido expuesto, porque Dios ha querido que participe en la salvación de su pueblo: Donald Trump.
Mis preguntas no se hacen esperar ya por razones obvias: ¿Creen ustedes que es ocioso ponderar los acontecimientos de la actualidad en términos como los que he propuesto? ¿Entienden, por el contrario, que “no hay peligro a la vista”, porque de lo que se trata es de un fandango de poder, típico de la América de un Tercer Mundo? Dios, confío en que estará bien atento a los extravíos y maldades y favorecerá las buenas y generosas intenciones de que ocurra lo mejor. Amén.
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