
En estos días una tragedia producida por el choque de un avión con 64 pasajeros y un helicóptero con tres militares caídos en el río Potomac, me recordó el año ´99 cuando hice un viaje interesante, precisamente con el Embajador norteamericano Charles Manatt, y oficiales de distintos departamentos del Control de Drogas, piloteando la nave una joven oficial norteamericana que me asombró por la destreza y seguridad que nos ofreció en el vuelo, primero Elías Piña, después a Montecristi y de regreso a esta capital.
Son raras las maneras en que los recuerdos se mueven y ello me llevó a pedirle a mi asistente algún material del año ´99, cuando desempeñaba las funciones de presidente del Consejo Nacional de Drogas.
Me sorprendí de las cosas que se localizaron, una de ellas es una comunicación, entre muchas, a la sede del gobierno norteamericano, dirigida en su caso a Linda Watt que se desempeñaba como Encargada de Negocios.
Medité su contenido y decidí reproducir algunos de sus párrafos, obviamente por razones de espacio, en los cuales se revela el nivel de las advertencias y requerimientos que se hacían desde República Dominicana a la autoridad norteamericana, en procura de recursos y apoyo logístico tutelar para la lucha antidrogas, que amenazaba con crecer dado que el Este del Caribe recibiría el derrame del narcotráfico internacional por efecto de los programas aquellos del Plan Colombia e Iniciativa Mérida, en los cuales se invirtieran recursos infinitos para controlar el tráfico central hacia su frontera Sur.
Lo debo hacer porque ahora advierto que se están produciendo sucesos como novedades, cuando ya eso estaba advertido intensamente por la República Dominicana.
Naturalmente, no puedo extenderme en una demostración exhaustiva, como expliqué, por el espacio restringido. Pero, cito:
Se trata de la cuestión relativa a las necesidades apremiantes de recursos especiales en que nos encontramos para poder llevar a cabo tareas de mejoramiento claro del desempeño de nuestras autoridades encargadas de la interdicción de drogas en nuestro país.
Como no escapará a la consideración del ilustrado Gobierno Norteamericano, nosotros confrontamos dificultades muy obvias para poder alcanzar un nivel de eficiencia, verdaderamente satisfactorio, en razón de que nuestra ubicación geográfica, en el centro mismo del Caribe, teniendo fronteras con Haití y separándonos únicamente de Puerto Rico el Canal de la Mona, nos ha llevado a constituir un territorio atractivo para los carteles de Colombia y la droga en general, proveniente de Sur América.
Nuestras costas del litoral sur son extensas y desoladas, al tiempo que nuestra orografía resulta más que tentadora para los lanzamientos aéreos de droga, todo lo cual, sumado a la porosidad de la frontera con un Estado que no tiene ni el más mínimo grado de interdicción de droga, nos conducen a la condición muy precaria y vulnerable de pasar a formar parte de un territorio-bodega que abarcaría la isla toda de Santo Domingo (76,000 Km2).”
Cito:
“En esas condiciones, en el pasado mes de Mayo, con motivo de mi estancia en Washington, donde asistiera a diversas conferencias internacionales, tuve la oportunidad de entrevistarme con los señores Eduard Frothingham III, Colonel, US ARMY (JAGC), Legal Policy Coordinator, y Robert J. Newberry, Principal Director, Drug Enforcement Policy and Support, a quienes les manifesté inquietudes similares a las que le expongo, buscando una orientación correcta para canalizar la solicitud pertinente de auxilio de recursos al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, para lo cual previamente me hice entregar tres mapas de la República Dominicana (ver documentos anexos), en los cuales figuran descritas las iniciativas que las autoridades de la DNCD han considerado indispensables …..
No creo ocioso significarle que esta preocupación ya se la había externado al General Barry R. McCaffrey, en una extensa entrevista que sostuviéramos en Santiago de Chile, con motivo de la Segunda Cumbre de Presidentes. El General McCaffrey, con su penetrante comprensión, captó plenamente cuanto yo le explicara, particularmente en lo relativo a los helicópteros y las posibles operaciones de persecución en los campos, pues, admitió mi argumento fundamental en el sentido de que el narcotráfico internacional ha ido logrando una complicidad activa en las zonas rurales y que los moradores de éstas, cuando no ofrecen colaboración, ponen de manifiesto un retraimiento preocupante, hijo del temor, toda vez que la gente que espera la droga para su manejo en tierra, habitualmente se desplaza en vehículos de lujo, fuertemente armadas, lo que da la impresión psico-social de que están en posición de desafiar las fuerzas organizadas del Estado, que, desde luego, no son omnipresentes.”
Hubo una hamaca trágica en el tiempo: El 11-S del Terrorismo, la Guerra de Irak y la ausencia total del interés de atender demandas de recursos; el Narcotráfico Internacional aprovechó hasta la saciedad la coyuntura y sólo en el año 2009 comenzó a sentirse el esfuerzo nacional propio para limpiar los cielos y apretar el tráfico marítimo que, a partir del año 2012 ,desgraciadamente degeneró en prácticas de complicidad inmunda.
Al llegar el año ´20 tenemos el presente y muchas de aquellas cosas que se estuvieron previendo y anunciando durante casi un cuarto de siglo se han venido a cumplir.
Ahora, el último episodio: Catatumbo; las 9.8 toneladas de Punta Caucedo, la declaración del presidente Petro de que toda la droga que sale del Catatumbo va a Haití. ¿Por qué no se intentó antes limpiar esa enorme bodega de droga del mundo? La doctrina Trump podría esclarecerlo.
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